LA RENTA BÁSICA UNIVERSAL

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Ante los avances tecnológicos y ante la idea de que este avance suponga una progresiva destrucción de puestos de trabajo, se está planteando incluso ensayando en algunos países, la idea de implantar una política económica basada en la renta básica universal.


Los que defienden la aplicación, sin cortapisas, de una renta básica universal se apoyan en argumentos muy loables como la desigualdad humana. Principalmente, en que toda persona tenga lo mínimo para vivir dignamente. Es decir, que toda persona tenga un colchón económico que le permita elegir libremente si seguir estudiando, elegir el trabajo adecuado, crear su propio negocio… Argumentando que incluso sería beneficioso para la salud, al quitar la ansiedad que supone no tener nada para llenar la nevera.


No obstante, no creo que sea el sistema más apropiado para acabar con la pobreza y para conseguir un reparto más equitativo de la riqueza.

Los países desarrollados gozan de un sistema de seguridad social que garantiza ayuda a todas las personas necesitadas, becas al estudio, ayudas al autoempleo, cursos de formación… Y ofrecer a todas las personas una renta, en mi opinión, supondría fomentar la vagancia, la falta de interés en terminar unos estudios… Hay quien pensaría para que voy a esforzarme en terminar mis estudios si con la “paga” que me dan aprovecho para vivir estos años.


Por otra parte, lo que me parece más injusto es que la idea que se propone para financiar este sistema de renta básica universal es una subida del IRP que según he leído llegaría al 50% de los ingresos. Esto supone castigar el esfuerzo y el trabajo, quiero decir; a quien más dinero gana, a quien se ha formado y se esfuerza en su día a día para prosperar se le castiga privándole del 50% de sus ingresos.

Y sin embrago, se premia a quien, por ejemplo, no trabaja porque simplemente quiere vivir sin dar un palo al agua. Un ejemplo que me ha llamado mucho la atención es el que pone Philippe van Parijs, defensor internacional de la renta básica universal y dice así “Incluso los surfistas de Malibú que se negaban a trabajar por estar todo el día disfrutando de las playas californianas debían cobrar la renta básica.”

Otro gran inconveniente es que nadie querría hacer los trabajos menos remunerados: empleadas de hogar, repartidores e incluso trabajos administrativos. Y por supuesto supondría un aumento de la economía sumergida.


En suma, vivimos en un mundo que avanza a ritmo agigantado, el futuro es incierto, siempre lo ha sido. Pero, desde mi punto de vista, establecer una renta básica universal no es la mejor solución para garantizar una distribución más justa de la riqueza, ni para facilitar el acceso a un puesto de trabajo digno.


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